Era
un juego mental, una obsesión, un deber, una necesidad. Eras tú.
Después de todo habías conseguido que tus dudas a cerca de un
nosotros también las tuviera yo. Y es que te quería, te necesitaba,
pero eras como el fuego, si me acerco demasiado me quemo, me hago
daño.
Lo
único que podía hacer era echarme a tus brazos sin caer a tus pies,
y eso, eso era lo más difícil de todo. Se que una vez que empiece
no podré parar, ya no habrá salida. Soy débil, no puedo luchar
contra mi misma.
Creo
que me estoy volviendo loca, no se si por amor, o por ti, sea lo que
sea que siento por ti, pero alguien cuerdo no se echa a una hoguera
sabiendo que acabará abrasado, y menos alguien que le teme tanto al
fuego como yo, solo por su simple deseo de sentir esa llama en su
piel, es absurdo, de locos. Tal vez el amor sea eso, una locura, tal
vez todos los enamorados estemos locos.
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