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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Enferma 27.

Y estoy en el último ascensor de la última sala del último piso. Con lo que creo que son dos enamorados y un loco de atar, que vienen siendo tres locos. Y seis personas más, con las mentes colapsadas de dinero. Luego está una chica que lleva aquí unas cuantas horas, subiendo y bajando, sin parar. A ver si se le quita la claustrofobia que le dan los besos y las caricias de manos ajenas a su corazón. Porque quiere sentir, sin hacerlo demasiado. Y quiere ser humana, sin ser persona. Y no se da cuenta de que es lo mismo.
Que su labial rojo se le destiño entre dientes. De otros. Y ella sigue triste.
Que por sus piernas pasaron más corazones que gatos maullaron. Y ella sigue triste.
Que amaron su piel. Como la que más. Y quemaron sus recuerdos. Como la que menos. Y ella sigue triste.
Escoge lo último siempre, porque piensa que nada le va mejor. Porque el vaivén de sus caderas dejó de ser visible hace demasiado tiempo. Porque es presa de mentes vacías. Que le vuelven loca, y no en el buen sentido. Porque veo como se sienta en el ascensor cansada de tanto esperar algo que nunca llegará, y ve que aunque ella se pare todo sigue subiendo y bajando, y el tic tac sigue sonando. Y las puertas se siguen abriendo y cerrando. Y ve pasar miles de vidas ocupadas y otras clandestinas. Y ella sigue inmóvil. Viendo como el mundo que es un ascensor hace metáforas de la vida de todos. Y nadie lo ve. Salvo ese fantasma que nadie recuerda ya.

Querida. Deja de estar despierta en pesadillas.

Ascensores y claustrofobia.

Tengo muchas ganas de gritar. Pero todo esta en silencio de sentimientos. Tengo mil deseos en el bolsillo izquierdo y mil poemas en el derecho. Pero ni les enseño el mundo ni el mundo quiere verlos.
En todos los relojes marcan las 12:00, y en el mío siguen siendo las 11:55. Igual es que de tanto temblarme las rodillas y pararseme el corazon, a mi cuerpo se le olvidó como reanudar el tiempo, y coger aliento. Y seguir corriendo.
Pero sigo paralizada con las manos heladas en un ascensor que me esta ahorcando, y veo borrosos todos sus botones pero se que en ninguno hay números, ni tampoco se cuál marcar. Esto no lleva a ninguna parte. Y mi cuerpo tampoco.
Son ya las 12:05. Y yo sigo atrapada mirandome a un espejo roto con todos los cristales intactos. Se esta tintando solo. De gris.
Son las 12:15 y yo llevo envuelta en la misma fracción de segundo lo que parece ser una eternidad.
Y los alcones están picoteando todas las puertas de todos los ascensores. Menos del mío. Escucho sus adentros gritar y sus corazones latir a toda velocidad.
Siento los pasos adultos que aún no dieron todos los niños grandes. Siento la primera risa de todos los bebes recién nacidos. Y lloro la primera lágrima por ellos. Siento las primeras cosquillas que se dan los enamorados. Siento todo lo que hay encima de mi. Y lo dejo caer.

Se abren las puertas.

viernes, 25 de septiembre de 2015

TÍTULO.

Habla de brebajes y ciudades con ironía siempre, sentado al lado de ventanales, que han sido testigos de más lágrimas que besos, de más estrellas fugaces que deseos.
Y la señora del bolso negro le felicita con sonrisa en la cara cosas por las que debería chillar. Pero supongo que a nadie le gusta que le griten la verdad.
Sentados le escribimos a fantasmas de carne y hueso. Y sabemos que a los veintidós nos reuniremos con ellos.
El título esta muy grande y a letras claras. Es tan sarcástico que quiero llorar por todos los que ya no pueden hacerlo. Pero me río primero, por si esta vez soy yo quien no repite el hecho.
Él llora en la orilla de cualquiera que no sea mar, ni otra cosa. Es consiciente de lo triste que sería que las lágrimas de dolor fuesen solo otras gotas más de un océano que somos todos.

21.

Payasos duermen en el autobús,
mientras él observa.
Deberían estar contentos,
pero están tristes,
todos están tristes,
él está triste.
Tiene tanto
y solo quiere quitarlo de su cabeza.
Ignora sus propios latidos.
La sal se mueve de la mesa,
entre ruido y obras maestras.
Enfados y pistolas. Negaciones internas.
Y él sigue con la mirada fija,
en la metáfora del globo 'felicidad' en la mano del payaso de capas de tristeza.
Abren las puertas. Y nunca se llega a ver. Y él escribe entre café, palabras tachadas que nunca llegaré a leer.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Mis mariposas

Y exageraria si dijese que me dueles más que verme a mi misma rota y herida por tu causa. El tiempo me ha hecho de muchas capas de orgullo, y a menudo, de mi pecho salen las mariposas que quedaron atrapadas en estas. Y otras, se quedan muertas. Como si existiesen físicamente solo para que yo hiciese metáforas sobre el suicido que es el amor y sus alas.
Y cuando no las vomito parece que lo hacen ellas en mi. Y entre llanto y llanto es como si le cantasen odas al infierno, de donde yo vengo, de donde yo me escapé, y donde a menudo yo vuelvo.
E incluso esas orugas muertas y vacías parece que se burlan de mi. Como si existir para que existan y así, fuese cosa solo de uno. Y es tontería para dos. Como si ellas, hijas de ellos, no fuesen protagonistas de tontos recuerdos. O solo secundarias. Como si no estuvieran en historias malasputas de chicos poesía y de chicas, sin adjetivo. Indescriptibles. Como lo que siento al ver volar a las mariposas, antes de tragarmelas sin querer.

martes, 22 de septiembre de 2015

Autobus a patas

Y cuando susurramos cosas que deberían gritarse a pleno pulmon. Y gritamos estupideces sin sentido que ni susurradas valen la pena. Sabemos, que algo estamos haciendo mal.

Que el problema esta en las mentes y no en el mundo que nos rodea.

Como quien se cree listo mientras su boca suelta patéticos comentarios sobre un niño del que no sabe nada, solo para que otros se rían, y creerse así mejor de lo que sabe que realmente es.

Mientras otros fingen, gritan, lloran. Se compadecen y se agotan. Y otros intentan no hacerlo. Nadie gana nuestra propia batalla. Ni la pierde. Salvo nosotros mismos.

Sumamos, restamos, y a veces, ni perdemos, ni ganamos. Solo intentamos. Y seguimos intentando. Y luego dejamos de hacerlo. Se nos agota el tiempo. Nos quedamos sin aliento. Y me paro a pensar por qué corro. A dónde voy. A dónde quiero llegar.

No lo se.

Y cuando realmente aparece delante de nuestros propios ojos algo que realmente queremos, ya ni podemos levantar las manos para tocarlo. Agotados.

Sin sentidos.

Y si me paso el camino andando. Y aquello estaba justo en el kilómetro siguiente, donde nunca llegué.

Qué hago.

No se vivir. Solo estoy improvisando.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

03:02

Y en esta brújula hay demasiados puntos, y los tengo todos clavados. Es tarde, estan fijados. Es condela y salvación, es problema y solución. Desata el nudo, rompe los hilos. Encuentra lo perdido.
Resolviste el enigma.
Sorpresa.
Esta vacío.
No se puede salvar a uno mismo.