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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Ascensores y claustrofobia.

Tengo muchas ganas de gritar. Pero todo esta en silencio de sentimientos. Tengo mil deseos en el bolsillo izquierdo y mil poemas en el derecho. Pero ni les enseño el mundo ni el mundo quiere verlos.
En todos los relojes marcan las 12:00, y en el mío siguen siendo las 11:55. Igual es que de tanto temblarme las rodillas y pararseme el corazon, a mi cuerpo se le olvidó como reanudar el tiempo, y coger aliento. Y seguir corriendo.
Pero sigo paralizada con las manos heladas en un ascensor que me esta ahorcando, y veo borrosos todos sus botones pero se que en ninguno hay números, ni tampoco se cuál marcar. Esto no lleva a ninguna parte. Y mi cuerpo tampoco.
Son ya las 12:05. Y yo sigo atrapada mirandome a un espejo roto con todos los cristales intactos. Se esta tintando solo. De gris.
Son las 12:15 y yo llevo envuelta en la misma fracción de segundo lo que parece ser una eternidad.
Y los alcones están picoteando todas las puertas de todos los ascensores. Menos del mío. Escucho sus adentros gritar y sus corazones latir a toda velocidad.
Siento los pasos adultos que aún no dieron todos los niños grandes. Siento la primera risa de todos los bebes recién nacidos. Y lloro la primera lágrima por ellos. Siento las primeras cosquillas que se dan los enamorados. Siento todo lo que hay encima de mi. Y lo dejo caer.

Se abren las puertas.

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